Foto: Europa Press |
La muerte de un joven indígena
a manos de militares aumentó hoy el clima de tensión en el Cauca, departamento
del suroeste colombiano en el que las fuerzas de seguridad retomaron el control
de una base de la que los aborígenes habían expulsado previamente a un centenar
de soldados.
El joven, del pueblo de los
nasas, recibió un balazo cuando caminaba por una carretera rural de Caldono,
localidad vecina a la de Toribío, centro de una movilización india para
desalojar de sus tierras ancestrales a todos los "actores del
conflicto".
"Le mataron a sangre
fría", sostuvo el consejero mayor del Cabildo de Caldono, Albeiro
Calambas, en declaraciones por teléfono a Efe en Bogotá.
La víctima, Fabián Cuetía, de
22 años y miembro del "movimiento campesino de la región", regresaba
del domicilio de su novia en La Venta, aldea rural de Caldono, agregó Calambas.
La responsabilidad de los
militares en el caso fue admitida por la Tercera División del Ejército, con
sede en la ciudad de Cali y que tiene como área de operaciones una gran parte
del suroeste colombiano.
La unidad militar explicó en
un comunicado que el joven murió cuando las tropas realizaban "operaciones
militares para neutralizar cualquier pretensión terrorista contra la
comunidad".
El hecho coincidió con el
avance de un contingente policial de elite movilizado a Toribío por decisión
del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, para que retomara el control de una
base militar que había sido ocupada la víspera por los nasas.
La Asociación de Cabildos
Indígenas del Norte del Cauca (Acín) informó a Efe de que la operación, que fue
lanzada por el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), dejó al menos tres
heridos y 23 contusionados o afectados por gases.
Los policías "lanzaron
indiscriminadamente gases lacrimógenos en el intento por desalojarnos de
nuestro propio territorio", denunció el representante legal de la Acín,
Carlos Andrés Alfonso.
El cerro de Berlín estuvo
menos de un día bajo control de los nasas, etnia que el martes sacó a empujones
a los cerca de cien soldados que acampaban en el sitio, que acoge antenas de
telecomunicaciones civiles.
La acción de estos aborígenes
desató una reacción de rechazo en muchos sectores del país, entre ellos los de
la oposición, que encabeza el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), antiguo
correligionario de Santos.
El exgobernante, al igual que
algunos mandos de las fuerzas de seguridad, han acusado a los nasas de nexos
con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
La imputación ha recaído,
entre otros, en Feliciano Valencia, el consejero político de la Acín, que la ha
rechazado, al igual que otros líderes de la organización.
El consejero Carlos Andrés
Alfonso reiteró que su pueblo quiere fuera de los territorios ancestrales tanto
a las fuerzas de seguridad, como a las FARC, y que ya se lo han hecho saber a
unas y a otras.
Los nasas, pueblo con casi
100.000 miembros, tienen un proyecto de vida en el que la seguridad de las
comunidades es responsabilidad de la Guardia Indígena, formada por unos 4.000
aborígenes, armados solo con bastones de madera.